sábado, 4 de febrero de 2012

Destino


La obra estaba maldita, eso se decía desde su fecha de estreno. Pero él no lo creía, siempre
que había sido presentada él había estado magnífico y esta noche no iba a ser
la excepción. Todo estaba preparado. Las luces, el público, el nerviosismo del
director y la prensa especializada que se encontraba en el teatro para comentar
al otro día más que la obra o la actuación de los actores si la maldición había
cobrado otra víctima. Los actores salieron al escenario a la hora programada y
todo iba a la perfección. En el tercer acto el conde se disponía a entrar en la
recámara de la condesa y ahí en ese preciso instante él hacía su entrada
cortando la cuerda que sujetaba los contrapesos que sostenían al telón. El
contrapeso cayó sobre la cabeza del conde matándolo en el acto. Todo había
salido a la perfección. Se retiró con la satisfacción del deber cumplido. Al
otro día todos los diarios reseñaban que la maldición había cobrado una nueva
victima. Él sonrió, pues para él todo había salido perfecto. Él no falló. El
destino nunca falla.

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